Nuestro Estado ibérico en la Meseta del Cabriel. Capítulo 1. Javier Jordá

NUESTRO  ESTADO  IBÉRICO.  Requena  y  la  meseta del  Cabriel.

Capítulo 1

IBEROS, CELTAS, CELTÍBEROS. ¿QUÉ FUIMOS EN REQUENA Y LA MESETA DEL CABRIEL?

  En principio, los iberos han sido tal desde que antiguos escritores, las “fuentes” históricas, los nombraron así para distinguirlos de los pueblos del interior de la Península Ibérica. Heródoto nombra en S V a.C. a Iberia, refiriéndose a la zona de Huelva. Para Polibio en S II a.C. Iberia era la parte costera mediterránea. Para Estrabón en S I a.C. Iberia era toda la península. Rufo Festo Avieno en S IV d.C. dice que “era llamada ahora Hispania en lugar de Iberia por algunos”. Tito Livio en S I a.C. nombra a la península como Hispania.

  Estos autores nombran a distintos pueblos iberos variando sus topónimos según época y autor como: celtíberos, carpetanos, olcades, lusitanos, beribraces, vascones, ceretanos, castellani, astures, edetanos, contestanos, turdetanos, turbuletes, ausetanos, vacceos, ilergetes, ilercavones, pelendones, belos, titos….Pero cuanto más antigua es la “fuente”  parece referirse más a ciudades que a regiones, como Helmántica, Munda, Astagi, Carteia, Segeda, Numantia, Saguntum, Turdam, etc… E  incluso las únicas referencias toponímicas iberas que han llegado hasta nosotros grabadas por ellos y en su propia época, son las monedas. Al correr el tiempo tendremos referencias latinas de ellos, pero, en epigrafía ibérica, del S IV, III, II y I a.C., principalmente las monedas, pues sobre otras superficies materiales son escasas y aún no aclaradas. Las primeras monedas iberas fueron acuñadas a imitación de las dracmas griegas en Emporiton (Ampurias, Gerona) entre 450-425 a.C. en escritura griega, y en el sur en escritura púnica, y las acuñaciones en signatario ibérico no se dieron hasta finales del S III a.C. (215-210 a.C.), con la 2ª guerra púnica. Pero sobre todo, las acuñaciones en signatario ibérico se dieron en la 1ª mitad del S I a.C., en plena ocupación del imperio romano en la península. En S I a.C., las ciudades iberas aún perduraban, la política y costumbres romanas se habían impuesto, pero los hábitos y las tradiciones iberas no habían desaparecido. Estas monedas pudieron hacer referencia a las “regiones” que nombran las fuentes históricas citadas, pero no es así, las cecas que aparecen grabadas en signatario ibérico no hacen relación a las grandes regiones nombradas por Claudio Ptolomeo en su Geographia en el S II d.C. o Avieno en S IV d.C. , sino a ciudades (o ciudades-estado´), que sí nombran como tales muchas veces estos autores, como Secobirices(Segóbriga), Orosis, Secaisa, Arse, Iltircesgen, Bilbili, Beligiom, Turiasu, Barscunes, Bencota, Bolscan, Emporion, Icalosgen, Saiti, Alagun, Ildugoite, Celse, Lacine, Setei, Usecerte (Osicerda), Ercávica, Damaniu, Contebacom Carpica, Kelin, Gili, Icesancom, Belaiscom, Arecoraticos, Caisesa, Bornescom, Arcailicos, Coloniuocu, Loutiscos, Secotias, Teitiacos, Usamus, Ecualacos, Ocalacom, Segisanos, Tabaniu, Caiscata, Calacoricos, Caralus, Cueliocos, Letaisama, Oilaunicos, Olcairun, Titiacos, Varacos, Virivias, Ildiraca, Laiesgen, Castele, Launi, Tanusia, Urcesgen, Ildurir, Unticesgen, Baitolo, Ilduro, Lauro, Eso, Iltirta, Abarildur, Cesse, Masonsa, Caio, Araticos, Bursau, Nertobis, Samale, Tertacom, Nerongen, Ebora , (74).

  Para mí, ¿qué quiere decir todo esto? Pues que la distribución geográfica-política del mundo ibero estuvo más relacionada con el ámbito de las ciudades-estado que a la pertenencia a un grupo “regional”, hecho que se dio después, rigiendo los destinos de Iberia los estrategas romanos. El hecho de que hasta casi el cambio de milenio en el S I a.C., según comprobamos en las leyendas de las monedas ibéricas, la referencia a topónimos geográfico-políticos sea hacia ciudades, que representan a unos linajes o grupos sociales, y que conformaban un área suficiente para mantener una economía, un ejército, un poder político, una entidad propia, una identidad, es decir, un “pequeño Estado”.

  Con todo esto, se puede hacer un compendio para auscultar qué tipo de entidad político-geográfica pudo comprender Requena y la Meseta del Cabriel.

  Primero, a la típica pregunta de si fuimos iberos, celtas o celtíberos, habría que responder que depende. El hecho no es tan definitorio, pues esas denominaciones fueron incorporadas por fuentes históricas exteriores antiguas, mientras que la realidad interna decía otra cosa. La realidad de una continuidad de habitabilidad en los mismos lugares desde el II milenio a.C. hasta el S I a.C., de unas poblaciones fijas, de unos mismos linajes ancestrales. Tuvieron su propia denominación, que los colonizadores e invasores foráneos generalizaron llamando iberos o celtas. Y también incorporaron otras denominaciones “regionales” que, esta vez sí, están más implicadas toponímicamente con la realidad de esa sociedad nativa propia. Por ejemplo, la Edetania fue llamada así porque la “caput” (palabra latina que para mí, en este contexto, significaría “ciudad límite más lejos de Roma”) de esta región fue el oppidum (ciudad fortificada) de Edeta (Cerro de San Miguel, Liria, Valencia); la Bastitania, que por la misma razón su “caput” fue Basti (Cerro Cepero, Baza, Granada); o la  Celtiberia, a la que debieron llamar así porque sus tierras limitaban con la Iberia primeramente romanizada (finales de S III a.C. a 1ª mitad del S II a.C. ), cuyo linde era aproximadamente la Cordillera Ibérica (Idubeda) al Este, y con los pueblos más celtizados de la franja de la Cordillera Cantábrica (Vindius) al Norte, igualmente caput se da en los ausetanos (Ausa), oretanos (Oretum), Ilergetes (Ilerda). Y otros, laietanos, vacceos, lusitanos, pelendones, vascones, ceretanos…  cuya derivación toponímica es menos clara.

Continuación en el 2º capítulo

Mapa de Hispania según las coordenadas exactas de Claudio ptolomeo, S II d.C. creado por Javier Jordá.

 

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